La tarea principal de la gestión electrónica del motor es la de coordinar todos los parámetros, mediante una regulación constante de procesos, a fin de asegurar un funcionamiento económico y ecológico del motor.
Los parámetros controlados incluyen la sincronización del encendido, la cantidad de combustible inyectada, la duración de la inyección y la recirculación del gas de escape, así como el ajuste de la válvula de mariposa, la posición variable del colector de admisión, la geometría de turbina variable (en motores turboalimentados) y el ajuste del árbol de levas (en motores de gasolina), etc. Para desempeñar estas tareas, el sistema de gestión electrónica del motor controla además el régimen de revoluciones del motor, la temperatura del motor, la clase de combustible (mediante un sensor de picado) y la posición del pedal del acelerador. Cualquier desviación respecto de las condiciones operativas normales se almacenan en la memoria de fallos junto con la información correspondiente, de modo que se puedan investigar las causas la próxima vez que se revise el vehículo.