El sistema de frenos de un vehículo constituye un componente de seguridad crucial. Cuanto más eficaces sean los frenos, tanto más corta es la distancia de frenado desde una velocidad específica. Los frenos deben estar adaptados a la potencia del motor, al peso y a la velocidad máxima teórica del vehículo.
Por motivos de seguridad, los vehículos modernos están equipados con dos circuitos de frenos que sirven a ruedas diagonalmente opuestas en los dos ejes. En modelos pequeños y compactos, se proporciona una potencia de frenado suficiente mediante una combinación de frenos de disco en las ruedas delanteras y frenos de tambor en las traseras.
En modelos con mayor potencia y de tamaño medio, muchos vehículos utilizan discos autoventilados más potentes delante y frenos de disco adecuados detrás.
La especificación estándar mínima actual para los sistemas de freno en la mayoría de los modelos incluyen un sistema antibloqueo (ABS), servofreno y distribución electrónica de la fuerza de frenado (EBD).

El sistema antibloqueo de ruedas o frenos antibloqueo, del alemán Antiblockiersystem (ABS), es un dispositivo utilizado en aviones y en automóviles, que hace variar la fuerza de frenado para evitar que los neumáticos pierdan la adherencia con el suelo.
El sistema fue desarrollado inicialmente para los aviones, los cuales acostumbran a tener que frenar fuertemente una vez han tomado tierra. En 1978 Bosch hizo historia cuando introdujo el primer sistema electrónico de frenos antibloqueo. Esta tecnología se ha convertido en la base para todos los sistemas electrónicos que utilizan de alguna forma el ABS, como por ejemplo los controles de tracción y de estabilidad.
A día de hoy alrededor del 75% de todos los vehículos que se fabrican en el mundo, cuentan con el ABS. Con el tiempo el ABS se ha ido generalizando, de forma que en la actualidad la gran mayoría de los automóviles y camiones de fabricación reciente disponen de él. Algunas motos de alta cilindrada también llevan este sistema de frenado. El ABS se convirtió en un equipo de serie obligatorio en todos los turismos fabricados en Europa a partir del 1 de julio de 2004, gracias a un acuerdo voluntario de los fabricantes de automóviles. Hoy día se desarrollan sistemas de freno eléctrico que simplifican el número de componentes, y aumentan su eficacia.

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